Democracia y Desarrollo

Por Tomás Delaney

9 julio, 2019

Veamos primero la relación entre democracia y mercado. Está sobradamente demostrado que una democracia sin un sistema de mercado es poco probable. En cambio, una economía de mercado puede existir y florecer sin democracia (Singapur, China).

Es decir, democracia y mercado, son dos cosas diferentes y nada tiene que ver la una con la otra; o, mejor dicho, la una no depende de la otra.

Consideremos ahora el otro aspecto del problema, la relación entre democracia y desarrollo. Depende de qué desarrollo estamos hablando. Si es un desarrollo material –producto de lo que se ha llamado “desarrollismo”, típico de los regímenes autoritarios– nada tiene que ver con la democracia.

Puede haber una dictadura (como en China) que produzca bienestar económico y material, en medio de una democracia fracasada. Lo cual quiere decir, que el bienestar material no necesariamente trae consigo la democracia.

Pero, si estamos hablando de un desarrollo integral del ser humano como individuo, que comprende no sólo lo material, sino también los otros aspectos y valores que interesan al ser humano (libertades individuales, derechos humanos, derechos políticos, iniciativa propia, calidad de vida, aspiraciones familiares, culturales, religiosas y espirituales, respeto a la dignidad de la persona, entre otras), entonces sí, la democracia tiene mucho que ver.

“La realización completa del individuo, como persona, en todos sus anhelos, sueños y esperanzas, no puede conseguirse en un sistema donde se coarten sus aspiraciones y se le nieguen las libertades y derechos individuales, que son propios de la democracia.”

Tomás Delaney.

La democracia nada tiene que ver con la generación de riqueza porque no es su responsabilidad. La democracia es parte del sistema político, no del sistema económico. La democracia no es necesaria para producir crecimiento económico, cierto, pero lo hace sostenible en el tiempo.

Esto ha quedado en evidencia en nuestra historia reciente. Estábamos creciendo alrededor de un cinco por ciento anual, hasta los sucesos de abril del 2018, donde se evidenció la naturaleza dictatorial del régimen, afloraron los descontentos políticos que estaban latentes, y la economía se vino abajo. A partir de entonces, inició el decrecimiento económico.

Y es así, porque los componentes de la democracia, tal como la libre empresa, la seguridad jurídica, la libre competencia, la propiedad privada y reglas claras y previsibles, son fundamentales para el clima de negocios y de inversión privada que son el caldo de cultivo para la generación de empleo y la sostenibilidad del crecimiento económico y el desarrollo de un país.

Pero, más que la democracia en sí como categoría, es la institucionalidad democrática la que hace sostenible el desarrollo. Esto último podría ser tema de un futuro artículo.

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