El Liderazgo que Necesitamos

Por María Antonieta Fiallos Gutiérrez

9 julio, 2019

Observo entre algunos nicaragüenses y, aún en representantes de ciertos países y organismos internacionales, una preocupación excesiva por la ausencia visual de un nuevo líder en nuestro país; de esa persona que nos guíe como el mesías y nos saque de la crisis. Incluso, uno de los argumentos para no adelantar las elecciones que nos permitan iniciar la salida de la crisis, es la falta de un claro candidato a presidente de la República que deberá liderar a los candidatos a otros cargos públicos.

¿Será que la falta de tradición democrática los lleva a anhelar la existencia de ese líder único, conocido como caudillo? No olvidemos que nuestra historia nos ha dejado pésimas experiencias con esos caudillos que buscan el poder absoluto y que eliminan a todo aquel que aparece como posible contrincante en la oposición o dentro de su propio partido, tanto por la vía del pacto o del soborno, como a través de amenazas contra su vida o la de su familia.

“Nuestra percepción del liderazgo está cambiando”

Nuestra percepción del liderazgo está cambiando. Al no encontrar un líder afuera, lo buscamos dentro de nosotros mismos y nos autoconvocamos, tomando decisiones y acciones coincidentes con las de los demás. Estamos ante el surgimiento de liderazgos espontáneos, en los barrios, comunidades y a nivel nacional. Estamos presenciando el inicio de un nuevo concepto de liderazgo, donde el pueblo parece querer liberarse de las cadenas del caudillismo, donde el liderazgo no recae en una sola persona, sino en un grupo de personas respaldado por muchos. Así, por más que intentan borrar caras, amenazando, asesinando, secuestrando, exiliando, siempre vemos rostros visibles. La fortaleza de ese liderazgo se basa en la unidad dentro de la heterogeneidad.

No permitamos de nuevo el caudillismo. El caudillo no escucha más que a sus propios intereses. No depositemos más nuestras esperanzas en una sola persona que después nos traicione por intereses mezquinos dejándonos descorazonados, paralizados de nuevo, aguardando a que aparezca otro líder que lo sustituya para que, al final, todo siga igual.

Por supuesto que necesitamos personas que ocupen cargos en el Gobierno, municipios y Regiones Autónomas, en magistraturas y en escaños legislativos. Es obvio que habrá que contar con candidatos que compitan en la contienda electoral por los cargos públicos de elección popular. Pero, con las herramientas adecuadas para alcanzar la democracia, vamos a encontrar a esos y esas líderes capaces de pensar y de actuar en beneficio de todo el pueblo, con el entendimiento pleno que su misión es servir y no ser servidos. Mujeres y hombres que estén comprometidos, de entrada, con la democracia y el Estado de Derecho. Líderes que trabajen pensando en la alternabilidad, que pasa por la no reelección, y que deberán crear las condiciones para que otras personas los reemplacen en el debido momento. Líderes que, además, rindan cuentas al pueblo de sus actuaciones.

Las personas que asuman el liderazgo de nuestra Nación deberán ser capaces de escuchar las diferentes voces, respetar las ideas de los demás y actuar unidos por un bien común con una agenda de nación clara y consensuada. Sigamos avanzando, entonces, del liderazgo caudillista al liderazgo colectivo, consciente y representativo de los diferentes sectores de nuestra sociedad.

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