¿Hasta dónde llega la libertad de expresión?

Por Vidaluz Icaza

11 septiembre, 2019

Comienzo este artículo con esta cita a un tuit del caricaturista Pedro Molina:“@pxmolina. Hay una cuenta que me llama “mierda” sapo arrepentido, arrogante, sandirrata y después anda quejándose con todo el mundo xq no le respondo sus tuits”. Este tuit, es un buen ejemplo de a lo que me quiero referir en este artículo.

Hasta dónde llega la libertad de expresión me pregunto constantemente. Me da la impresión de que una parte de la población, incluyendo gente con un nivel intelectual bastante alto, piensa que la libertad de expresión y creer en democracia nos da derecho de decirle cualquier cosa a la gente, sean estos políticos, periodistas, activistas, etc., incluso calumniarlos. Entendiendo como calumnia la acusación o imputación falsa hecha contra alguien.

Cuantas veces vemos que se afirman cosas en las redes sociales como hechos verdaderos, que después resulta que lo que se percibió y dio origen al comentario, no se ajusta a la realidad. Esto es entendible pues nuestra mentalidad ya un poco contaminada de desconfianza, por todo lo que nos ha tocado vivir, a veces nos hace percibir las cosas como no lo son.

Yo creo mucho en la forma de hacer las cosas. A veces el fondo o la intención de lo que queremos decir está bien, pero la “paseamos” con la forma. En algunas ocasiones, he preguntado en redes sociales si lo que queremos es que llegue el mensaje o simplemente queremos desahogar nuestras propias frustraciones personales o dudas, pues confrontando a una persona directamente y peor aún, insultándola, hay mucho menos posibilidades de que le llegue el mensaje.

Con frecuencia al entrar en las redes sociales me horroriza la ligereza con la que se aseveran cosas que no son, se hacen acusaciones sin fundamento, se ofende, se mal trata y lo peor de todo es que las personas que hacen todo eso, se sienten respaldadas porque según ellos esa es parte de la libertad de expresión y ni quiera Dios que se les bloquee, eso equivaldría a ser “antidemocráticos”. Por lo que ser democrático vendría a equivaler a convertirse en una especie de “punching bag” al que se le puede arrojar toda la verborrea existente.

Pero en fin, esto de las redes sociales es relativamente nuevo, seguramente vamos a encontrar la manera de administrarnos mejor públicamente, o por lo menos llegar a un consenso de normas básicas de respeto para la convivencia pacífica cibernética.


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