La Reelección presidencial: ¿Dictaduras disfrazadas de Democracias?

Por MFC

16 agosto, 2019

“Los pañales y los políticos deben cambiarse cada cierto tiempo por los mismos motivos”. Esta ingeniosa sentencia, afirmada por el escritor inglés George Bernard Shaw, sintetiza claramente la situación que muchos países latinoamericanos enfrentan hoy en día: el deseo de cada gobernante de mantenerse en el poder por medio de sucesivas reelecciones presidenciales que son, sin duda, en la mayoría de las veces, deshonestas e inequitativas. Actualmente, las Constituciones Políticas de algunos de estos países son violadas por los mismos gobernantes que, en su ambición de riqueza y poder, reforman y violan sus propias leyes para acomodarlas a sus intereses. Dichos países padecen grandes niveles de pobreza, lo que los hace vulnerables a las manipulaciones reeleccionistas de sus políticos. La reelección presidencial no es por sí misma un fenómeno dictatorial, pero, si se permitiera en países que no reúnen ciertas condiciones, se podría convertir en una herramienta que conduciría a “dictaduras democráticas”. Como consecuencia, es esencial que cada país limite la reelección presidencial de acuerdo a sus instituciones políticas y al nivel socioeconómico de su población, ya que, si estos se encuentran débiles y vulnerables, la dictadura sería inevitable.

La historia demuestra que reelecciones presidenciales se han dado en gobiernos democráticos. En efecto, países como Estados Unidos o Costa Rica, que gozan de una madurez institucional y de un nivel adecuado de educación y bienestar socioeconómico, han experimentado reelecciones presidenciales sin perder su condición de democracia. Sin embargo, estos mismos países deberían reconsiderar a Shaw cuando expresaba que “los políticos y los pañales deben ser cambiados cada cierto tiempo por los mismos motivos”. En efecto, la experiencia política de los Estados Unidos de América entre los años 1930 y 1940, en que el Presidente Roosevelt fue reelecto por un tercer término, demuestra que la permanencia en el poder de un solo individuo, aun en un país democrático, no es sana para la nación. La realidad social cambia y el individuo, por mucha capacidad de adaptación que tenga, tiende a volverse anticuado. Cada sociedad se beneficia de la renovación de las actitudes e ideas de sus gobernantes.

En el otro extremo, se encuentran países vulnerables que no gozan de las mismas condiciones de estabilidad política y económica para prevenir la formación de una dictadura democrática vía la reelección presidencial. Es evidente que, en estos países, donde la población vive sumergida en altos niveles de pobreza e ignorancia, la presencia de estos gobernantes continuistas, algunos de ellos narcisistas y egocéntricos, tiende a tener efectos trágicos. Jefes de Estado han optado por violar la Constitución Política que prohíbe la reelección. Lo ocurrido durante sus reelecciones inconstitucionales se refleja en la obra de George Orwell “Rebelión en la Granja”. En esta novela, los animales que gobernaban como dictadores de la granja modificaron sus propias leyes para justificar sus acciones. Por ejemplo, la ley que establece que “Ningún animal beberá alcohol” fue cambiada a “Ningún animal beberá alcohol en exceso”, después de que ellos mismos fueron encontrados realizando este acto. Adicionalmente, adoptaron una ley para apartarse de la igualdad que, inicialmente, fue proclamada entre los animales: “Todos los animales son iguales, pero unos son más iguales que otros…” Desafortunadamente, esto es lo que se observa en muchos países latinoamericanos: un abuso del poder, por el cual gobernantes corruptos dictan leyes que excusan sus actos ilegales y que los favorecen exclusivamente.

A través de la historia, líderes políticos han destacado la conveniencia de las reelecciones presidenciales. Alexander Hamilton destacó las ventajas de la reelección, siempre y cuando ésta asegure la continuación de las políticas públicas en beneficio de la población. En efecto, la reelección presidencial no es dañina, siempre y cuando las condiciones culturales, políticas, y económicas de la nación permitan controlar las aspiraciones dictatoriales de sus gobernantes. Ignorar los peligros de una reelección presidencial sin límites sería riesgoso, pues como bien señalaba el historiador inglés Lord Acton, “el poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente.”

En Nicaragua, el tema de la reelección ha probado ser históricamente funesto para la consolidación de la democracia, ya que con la reelección viene también el avasallamiento de todas las instituciones del Estado que son progresivamente sometidas a los intereses políticos del Poder Ejecutivo. Nuestra experiencia histórica ha demostrado que, con la permanencia en el tiempo del Poder Ejecutivo, es solamente cuestión de tiempo para que éste controle todo el Estado, propiciando la reforma constitucional para la reelección presidencial. En tal sentido, estamos en el grupo que cumple el criterio de que debe prohibirse constitucionalmente la reelección presidencial.

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